miércoles, 15 de agosto de 2018

Romances y jarchas



(compilación temporal para hacer un posterior análisis de rima, métrica, rima, contextualización histórica, temática, etc.)

Jarchas

1. Sobre el desconsuelo por el amor que se aleja


Ya Mamma, me-w-l-habibe

Bais e no más tornarade.
Gar ké fareyo, ya mamma:
¿No un bezyello lesarade?

Traducción:


Madre, mi amigo

se va y no tornará más.
Dime qué haré , madre:
¿no me dejará [siquiera] un besito?

2. Sobre el deseo


ben yâ sahhârâ

alba quee stá kon bi-al-fogore
k(u)and bene bide amore

Traducción:


Ven, oh hechicero:

un alba que está con fogor
cuando viene pide amor.

3. Sobre los celos y quizá maltrato(de un hombre posesivo)


mi fena ÿes li-mahtï in luhtu


kon males me berey

non me lesa moberë aw limtu
mama gar ke farey

Traducción:


Mi pena es a causa de un hombre violento: si salgo

con males me veré
no me deja mover o soy recriminada.
Madre, dime, qué haré.

3. Sobre enamoramientos esporádicos (quizá algún "affaire" en el puerto)


al-sab(b)âh bubu gar-ne de on benes

ya leso ke a otrî ames
a mibi tan [ben] qeres

Traducción:


Carita bella, buena, dime de dónde vienes
ya te dejo que ames a otra
(si) a mí también me quieres.


* Fuente de las jarchas relacionadas: 


- Ejemplos de jarcha (agosto 13, 2018). Recuperado de: https://tusejemplos.com/ejemplos-de-jarcha/





Romances



# 28



Mi padre era de Aragón


e mi madre de Antequera.



Cativáronme los moros


entre la paz y la guerra


y lleváronme a vencer 


a Xerez de la Frontera.



Siete días con sus noches


anduve en el almoneda;


no uvo moro ni mora


que por mí una blanca diera,


sino fuera un moro perro


que por mí cient doblas diera


e llevárame a su casa


y echárame una cadena.



Dávame la vida mala,


dávame la vida negra:


el día majar esparto,


de noche moler civera,


y echóme un freno a la boca


porque no comiese della.



Pero plugo a Dios del cielo


que tenía el ama buena:


cuando el moro se iva a caça


quitávame la cadena


y echárame en su regaço


y espulgávame la cabeça.


Por un plazer que le hize


otro muy mayor hiziera:


diérame los cien doblones


y embiárame a mi tierra.


E assí plugo a Dios del cielo


que en salvo me pusiera.


# 47



De la luna tengo quexa


y del sol mayor pesar:


siempre lo ovieron por uso


de no dexarme folgar.



¡Maldita sea la fortuna


que así me fuera a tratar!:


nunca me da bien complido


ni menos mal sin afán;


por una hora de plazer


cien mil años de pesar.



Yo me amaba una señora


que en el mundo no hay su par.



Las faiciones que ella tiene


yo vos las quiero contar.



Tal tenía la su cara


como rosa del rosal:


las cejas puestas en arco,


color de un fino contray;


los ojos tenía garzos, 


parecen de un gavilán;


la nariz afiladica,


como hecha de metal;


los labios de la su boca


como un fino coral;


los dientes tenía blancos,


menudos como la sal;


parece la su garganta


cuello de garza real;


que es maravilla mirar...


Y contemplando su cuerpo


el día fuera asomar.



# 34



De Francia partió la niña,


de Francia la bien guarnida;


ívase para París


do padre y madre tenía..



Errado lleva el camino, 


errada lleva la guía;


arrimárase a un roble


por esperar compañía.



Vio venir un cavallero,


que a París lleva la guía.



La niña, desque lo vido,


desta suerte le dezía:


- Si te plaze, cavallero


llévesme en tu compañía.



- Plázeme -dixo-, señora,


plázeme -dixo-, mi vida.



Apeósse del cavallo


por hazelle cortesía;


puso la niña en las ancas


y él subiérase en la silla.



En el medio del camino


de amores la requería.



La niña, desque lo oyera,


díxole con osadía:



- Tate, tate, cavallero,


no hagais tal villanía.



Hija soy de un malato


y de una malatía:


el hombre que a mí llegasse


malato se tornaría.



El cavallero con temor


palabra no respondía.



A la entrada de París


la niña se sonreía.



- ¿De qué vos reís, mi vida?



-Ríome del cavallero


y de su gran covardía:


tener la niña en el campo


y catarle cortesía...



Cavallero con vergüença


estas palabras dezía:


- Buelta, buelta, mi señora,


que una cosa se me olvida.



La niña como discreta


dixo: - Yo no bolvería


ni persona, aunque bolviesse,


en mi cuerpo tocaría:


hija soy del rey de Francia


y de la reina Constantina,


el hombre que a mí llegasse


muy caro le costaría.




# 39



- Gerineldo, Gerineldo,


paje del rey más querido,


¡Quién te tuviera esta noche


en mi jardín florecido!


¡Válgame Dios, Gerineldo,


cuerpo que tienes tan lindo!


- Como soy vuestro criado,


señora, burláis conmigo.


-No me burlo, Gerineldo,


que de veras te lo digo.


- ¿Y cuándo, señora mía,


cumpliréis lo prometido?


- Entre las doce y la una,


que el rey estará dormido.


Media noche ya es pasada,


Gerineldo no ha venido.


-¡Oh malhaya, Gerineldo,


quie amor puso contigo!


-Abráisme, la mi señora,


abráisme, cuerpo garrido.


-¿Quién a mi estancia se atreve?


¿Quién llama assí a mi postigo?


-No os turbéis, señora mía,


que soy vuestro dulce amigo.


Tomáralo por la mano


y en el lecho lo ha metido.


Entre juegos y deleites


la noche se les ha ido,


y allá hacia el amanecer


los dos se duermen vencidos.


Despertado  había el rey


de un sueño despavorido:


"O me roban a la infanta


o traicionan el castillo".


Aprisa llama a su paje


pidiéndole los vestidos:


-¡Gerineldo, Gerineldo,


el mi paje más querido!


Tres veces le había llamado,


ninguna le ha respondido.


Puso la espada en la cinta, 


adonde la infanta ha ido;


vio a su hija, vio a su paje


como mujer y marido.


"¿Mataré yo a Gerineldo,


a quien crié desde niño?


Pues si matare a la infanta


mi reino queda perdido.


Pondré mi espada por medio,


que me sirva de testigo".


Y salióse hacia el jardín


sin ser de nadie sentido.


Rebullíase la infanta


tres horas ya el sol salido;


con el frior de la espada


la dama se ha estremecido.


-Levántate, Gerineldo,


levántate, dueño mío:


la espada del rey mi padre


entre los dos ha dormido.


-¿Y adónde iré, mi señora,


que del rey no sea visto?


-Vete por ese jardín


cogiendo rosas y lirios;


pesares que te vinieren


yo los partiré contigo.


-¿Dónde vienes, Gerineldo,


tan mustio y descolorido?


- Vengo del jardín, buen rey,


por ver cómo ha florecido;


la fragancia de una rosa


la color me ha desvaído.


- De esa rosa que has cortado


mi espada será testigo.


-Matadme, señor, matadme,


bien lo tengo merecido.


Ellos en estas razones,


la infanta a su padre vino:


- Rey y señor, no le mates


más dámelo por marido;


o si lo quieres matar



la muerte será conmigo.


Fuente: El romancero. Estudio, notas y comentarios de texto por Giuseppe Di Stefano. "Romances. Novelescos y trovadorescos". Narcea S.A. de Ediciones. Madrid.



***


Versión B


 Por el mes era de mayo   
 cuando hace la calor,   
 cuando canta la calandria   
 y responde el ruiseñor,   
 cuando los enamorados   
 van a servir al amor,   
 sino yo, triste cuitado,   
 que vivo en esta prisión,   
 que ni sé cuándo es de día,   
 ni cuándo las noches son,   
 sino por una avecilla   
 que me cantaba al albor.   
 Matómela un ballestero   
 ¡Dele Dios mal galardón!   
 Cabellos de mi cabeza    
 lléganme al corvejón,   
 los cabellos de mi barba   
 por manteles tengo yo;   
 las uñas de las mis manos   
 por cuchillo tajador.   
 Si lo hacía el buen rey,   
 hácelo como señor,   
 si lo hace el carcelero,   
 hácelo como traidor.   
 Mas quien ahora me diese    
 un pájaro hablador,   
 siquiera fuese calandria,   
 o tordico, o ruiseñor,   
 criado fuese entre damas   
 y avezado a la razón,   
 que me lleve una embajada   
 a mi esposa Leonor:   
 que me envíe una empanada,   
 no de trucha, ni salmón,   
 sino de una lima sorda    
 y de un pico tajador:   
 la lima para los hierros   
 y el pico para el torreón.   
 Oídolo había el rey,   
 mandóle quitar la prisión. 
Recuperado de: https://es.wikisource.org/wiki/El_prisionero
Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
—¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
—Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.


Recuperado de: http://lapiedradesisifo.com/2009/12/01/romance-del-enamorado-y-la-muerte-an%C3%B3nimo/

Sobre las Jarchas



Las Jarchas mozárabes son composiciones cortas (en versos) con los que se abría o cerraba un poema árabe. Normalmente no eran de la autoría del poeta en cuestión, sino que correspondía a algo así como “adagios populares”, o cortas historias orales que pasaban de persona a persona (en teléfono roto aunque se les imprimiese un esfuerzo de juglar) y en los cuales eventualmente se “hamacaban” algunos “chismes de pasillo societales”.

Lo imagino como que un extranjero (por decir algo, un “berebere*”) venga a Colombia y escuche algunas trovas-coplas improvisadas en donde se está echando alguna sátira a alguna cuestión nacional o barrial del momento, las cuales se hacen contagiosas y expansivas. Tales composiciones desinformales atraían la atención de los árabes, las iban compilando y luego las usaban como materia prima para encabezar o cerrar sus escritos.

Yo misma he iniciado algunos de mis cuentos con comillajes y son muchos los autores de renombre que también emplean esta táctica: inicial una novela (o cualquier texto) con un verso, un pasaje bíblico, un aformismo, un pedacito de canción o algo de esta naturaleza.

Lo importante de traer las “jarchas” sobre la mesa, no es que estas estén cargadas de una belleza sin igual (con seguridad se opacaban fácilmente ante los versos árabes), o que sean un espejo (quizá sí, pero empañado) de la sociedad del momento. El meollo que nos hace deterner la vista en ellos al hacer "zapping" sobre la literatura española, es la primicia de las mismas.

El colegio es muy dado a ponernos a leer a Homero y El Mio Cid, y aunque yo me los he disfrutado (y no seré quién los desarraigue del aula escolar), si tengo claro que les ponen ciertos pedestales y les dan algunos plus que no son tan verídicos, como que son las únicas obras existentes de tales tiempos y que de ahí pa'trás se perdió todo, o no había ningún escrito hasta la fecha o que sí había pero lo quemó Magno o descansan en alguna mazmorra secreta del Vaticano cuando estaba depurando de letras anti-sacras a la humanidad, o en fin... el caso es que las jarchas son un ejemplo de que había vida (escriba) antes del Mío Cid en España y que no todo era oral, sí se garabateaba por ahí en alguna partecita (el lío es que no era como rasgar un pedazo de la agenda y anotar lo que le dictaba alguna musa), había que rascar un pedazo de cuero o un papiro o un pergamino que no era adsequible a algunos. Tocaba aprendérselo, darle alas, cuando no tinta.

Pero uno que otro árabe si podía anotarlo; fueron ellos los que preservaron algunos textos españoles (y me imagino que de muchas otras partes) que estaban condenados a la muerte histórica, al desahucio de estar escritos en la palabra efímera de aquellos recitadores del momento.

Así las cosas, traigo un ejemplo de un par de jarchas (no las que me hicieron llorar, ni ver el mundo en nuevos colores, ni encontrar un movimiento del corazón más allá de la sístole y la diástole, no, no fui tocada por el ala de un ángel cuando las leí), solo me parecieron buenos ejemplos de este tipo de textos (como muchos otros, no es que me haya dado 3 vueltas olímpicas en una piscina de jarchas) y quería ponerles en contexto lo reseñado anteriormente.

Exalto de las jarchas, la firma árabe que se asienta allí; ellos, que son potencia en el cuidado del detalle minúsculo; ellos, tan cuidadosos de la forma o para hacer justa: tan cuidadosos en mantener todo en balance. Quizá esa sea su magia: aportan balance al exceso de belleza del verso árabe, al amor empalagoso y el dolor tan desmesurado, a la letra tan artificiosa, cada fonema tan repensado que huele como a artificial, tanto paraiso nirvanesco se hace un tanto abrumador para el vulgar ojo humano. Quizá los árabes entendieron mucho antes lo que quiso expresar pobremente Gonzalo Arango con "(...) Mi dicha muere en el exceso. Y esta belleza es perfecta. La felicidad tendría aquí su reino, pero también una muerte melancólica. El corazón necesita ausencias para alimentar el deseo (...)". Y sabían que era imperativo darle un balance, ponerle al yan su ying, eso para mí, es el aporte de la jarcha (eso y que le quita el primer lugar, por lo menos en existencia -no tanto en contenio-, a ciertos escritos de cabecera que solo estaban contando una parte de la génesis literaria de España.

Esos pequeños versitos son su forma de decir "Había una vez...", "colorín colorado...", "hasta aquí los deportes, país de (...)", "y vivieron feliz para siempre...", "en un reino muy lejano, hace muchos años...", y el resto de clichezadas que tanto han representado los corchetes de inicio y fin de nuestra variada obra occidental. De tal forma que la jarcha quizá es la respuesta al ¿Por qué empezar por lo esperado? ¿Por qué no un chisme de otro país? ¿Por qué no contarles que han comprado a un moro por un puñado de denarios, o que Dulcinea tenía un amante, o que el emperador tiene gripe y la hija de la matrona que vende pan se va a casar con el hijo del herrero? Pues la jarcha más que un hecho noticioso de gran revuelo es más como un tipo de diario personal oralizado e incluso musicalizado en donde se tocan temas en general sobre los sentimientos (desamor, desesperanza, deseo, angustia, etc.)

Algunos ejemplos de jarchas que más me llamaron la atención:

1. Sobre el desconsuelo por el amor que se aleja
Ya Mamma, me-w-l-habibe
Bais e no más tornarade.
Gar ké fareyo, ya mamma:
¿No un bezyello lesarade?
Traducción:
Madre, mi amigo
se va y no tornará más.
Dime qué haré , madre:
¿no me dejará [siquiera] un besito?
2. Sobre el deseo
ben yâ sahhârâ
alba quee stá kon bi-al-fogore
k(u)and bene bide amore
Traducción:
Ven, oh hechicero:
un alba que está con fogor
cuando viene pide amor.
3. Sobre los celos y quizá maltrato(de un hombre posesivo)
mi fena ÿes li-mahtï in luhtu
kon males me berey
non me lesa moberë aw limtu
mama gar ke farey

Traducción:
Mi pena es a causa de un hombre violento: si salgo
con males me veré
no me deja mover o soy recriminada.
Madre, dime, qué haré.

3. Sobre enamoramientos esporádicos (quizá algún "affaire" en el puerto)

al-sab(b)âh bubu gar-ne de on benes
ya leso ke a otrî ames
a mibi tan [ben] qeres
Traducción:
Carita bella, buena, dime de dónde vienes
ya te dejo que ames a otra
(si) a mí también me quieres.

* Fuente de las jarchas relacioandas: 
- Ejemplos de jarcha (agosto 13, 2018). Recuperado de: https://tusejemplos.com/ejemplos-de-jarcha/

* Para ampliar un poco el tema de las jarchas, se puede consultar:
http://hispanismo.org/literatura/595-jarcha-mozarabe.html


https://literaturamedieval.academic.wlu.edu/jarchas-mozarabes-intro/

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